Por una Navidad sin tareas!


Hola a tod@s!

Estamos terminando trimestre, los alumn@s y maestr@s estamos cansad@s...y me sorprende ver en la red algunos post con título como "Cuadernillos de vacaciones para Navidad"...pero... ¿las vacaciones no son para descansar y desconectar? ¿Qué pensáis sobre las tareas que algun@s docentes mandan en estas fechas? ¿Son realmente necesarias? Aquí os dejo siete estupendas opiniones, distintas perspectivas, sobre las tareas de Navidad.


Eva Fernández Diseñadora Gráfica en Artinta y Co-creadora de DéjenseVer nos da su opinión desde la perspectiva de alumna.

Desde niña los deberes de vacaciones me han parecido una carga más que otra cosa. Por supuesto, cuando era estudiante me parecían un fastidio, pero ahora que puedo analizarlos con perspectiva, sigo sin verles el sentido; creo que ni un solo año los hice.

Jamás vi un compañero que evolucionara o que reforzara conocimientos por haber traído las tareas o los cuadernillos hechos después de vacaciones. Es más, el primer día después de Navidades encontraba a los compis estresados, enfadados, muchos de ellos preocupados y con una carga de conciencia importante por no haber traído las tareas completas. Si a esto le sumamos que normalmente era “el día de los regalos”, donde cada niño llevaba a clase su juguete nuevo favorito, con el consiguiente subidón de adrenalina… pues apaga y vámonos.

Luego estaban los que sí habían llevado la tarea, pero la profesora o profesor, al verse superado por una mayoría de “no los he traído”, “se me quedaron en casa de mi abuela”, decidía pasar página. ¿Qué sucede entonces con el tiempo invertido por los niños que sí los hicieron? ¿Y la frustración que deben sentir por no ser reconocidos? ¿Sabemos cuántas horas de diversión o de ratos en familia perdieron en vano?

Siempre he sido de las que sacaban buenas notas, pero una vez sonaba la campana del último día, me olvidaba del colegio. Incluso tengo vagos recuerdos de mis padres debatiendo sobre este tema, diciéndome que no pasaba nada porque no hiciera los deberes de vacaciones, que para los pocos días que podíamos estar juntos, no íbamos a estresarnos con eso. Que bastante me esforzaba ya durante el periodo escolar. ¿Y sabéis qué? No me ha pasado nada de nada. No se me durmieron las neuronas mientras descansaba, no olvidé como leer, escribir, sumar o multiplicar.

Lo que sí que recuerdo, es que las dos semanas posteriores a la vuelta de Navidad siempre eran “repaso”, porque la mayoría de los niños no se acordaban de la misa la media. Pero creo que esto no se soluciona invadiendo su tiempo libre y de descanso, sino asegurándose que los contenidos quedan aprendidos durante las clases. Es cierto que tal vez algunos niños necesiten ese refuerzo, porque les cueste más concentrarse. Pero esto suponía, seguro, un silencioso dilema también para los padres. ¿Qué hacemos, “obligamos” al niño a hacer la tarea o le disculpamos? ¿Le vendrá bien que tengamos esa deferencia, o tendríamos que actuar con disciplina, conforme a lo que ha encargado el docente? Una simple frase… “Hagan los ejercicios del 10 al 35 del tema 7”, y todo lo que puede conllevar. Parece mentira.

Ahora mismo, 10 años después de terminar mi etapa en la primaria y la secundaria, me encuentro trabajando de lo que me gusta, de la manera que he escogido. Estudié algo por lo que sentía vocación, y aquí estoy, sin haber hecho las tareas de Navidad. 

Juan José Millán, MaestroPsicopedagogo y 
Neuropsicólogo Infantil, al frente de su centro psicopedagógico Área 44.

Los deberes: esa poderosísima herramienta de destrucción de estudiantes

Los deberes, desde la comprensión tradicional que de este concepto tenemos, son la peor idea que un maestros puede tener con sus alumnos… pero, ¿realmente es la peor o es la única? 
Los deberes son una clara muestra de poca imaginación creativa por parte de ese profesor que los encarga. ¡Hay tantas alternativas! 

Los deberes tradicionales que salen de un libro de texto y que ejercicio tras ejercicio no hacen más que minar la motivación del estudiante deben extinguirse y ser sustituidos por otras tareas. Encarguemos a nuestros alumnos crear herramientas útiles para ellos. Desde 4º de Primaria podemos encargarles crear un Symbaloo (por ejemplo) con recursos acerca de las reglas de acentuación, con vídeos acerca de la división o las fracciones, sobre los ríos… Invirtamos un poco la clase y generemos espacios de aprendizajes con nuestros estudiantes. Vías hay miles. ¿Y si convertimos cada tema en un juego, en qué se convierten los deberes? No he visto a estudiantes más implicados que cuando tienen que resolver un enigma para completar las fases de un juego. Seamos prácticos y si consideramos que tras 8 horas de Colegio deben trabajar más en casa, hagamos algo que realmente merezca la pena en vez de hacer más de lo mismo y porque sí.

Los deberes dicen mucho también de las familias. Ciertos padres definen al buen profesor como aquel que pone muchos deberes. “Con este profesor trabajan de verdad, no como con aquél que nunca ponía deberes”. Qué gran error. Es curioso que los hijos de estos padres suelen ser realmente cumplidores y hacer siempre los deberes, pero también es cierto que su única motivación es una buena calificación numérica. El resto les sobra. He escuchado alguna vez de estos niños decir algo del estilo: “si no tengo deberes me aburro en casa porque no sé qué hacer”. Llegamos a un punto común entre profe sin imaginación que encarga deberes de forma sistemática y familia sin recursos para, suena muy mal, entretener a sus hijos.

Los deberes tienen un trasfondo muy tenebroso desde mi parecer. Están muy condicionados a la imagen que el docente da ante otros docentes y ante las familias. Todavía hay muchos profesores en los claustros y familias que piensan que los deberes y los exámenes son esenciales y que si un profesor no pone deberes, es mal profesor.


Amparo Redondo, co-editora de El Collar de Macarrones nos da su opinión como madre.

Soy Amparo. Madre de 3 hijos de 9, 6 y 2 años. Tengo que confesar que tengo una relación amor-odio con las tareas que mandan los profesores para casa.

Vivo en Inglaterra desde hace dos años y me chifla el sistema educativo que tienen aquí. Para que os hagáis una idea, los niños no tienen exámenes.

Sé que alguno se estará llevando las manos a la cabeza, pero os puedo asegurar que sin exámenes los niños son perfectamente evaluados durante el año. Pero lo mejor de todo es que son evaluados por su propia trayectoria escolar: te indican cómo empezaron el curso y si mantuvo el nivel, si mejoró o no.

Así que podéis haceros la idea de que me pongo a temblar sólo de pensar en el día que nos volvamos a España y mis hijos tengan que "memorizar" textos para los exámenes casi semanales.

Mis hijos tienen tareas. Pocas, pero tienen. Y la verdad, me gustaría que pasaran ese tiempo jugando en familia porque al final, la tarde se queda en nada de ocio.

Siempre he pensado que el hecho de que los niños tengan que repasar la materia que acaban de enseñarles por la mañana y que al día siguiente volverán a trabajar me parece absurdo. A veces me llego a plantear si están trabajando bien en la clase.

¿Y en las vacaciones? ¿los niños tendrían que tener tareas escolares?
Pues aquí es donde tengo los sentimientos encontrados. Te voy a explicar por qué.

Por un lado, al vivir lejos de la familia aprovechamos las vacaciones (Navidad, Semana Santa y el verano) para volver a España y disfrutar de nuestra gente. Así que imagínate el panorama. Si las vacaciones ya es una época con mil y una cosas que hacer, nosotros casi que vamos a plan diario. Sólo te diré que tengo que pasar una semana después descansando de las vacaciones, je je.

Es por eso que para mi las vacaciones escolares son para disfrutar en familia y llenarnos de experiencias sin el agobio de ... tengo que ponerme a hacer las tareas cuando llegue a casa. Por suerte en Inglaterra no nos mandan tareas en vacaciones. Así que, de normal, lo que hago es ir con los niños a comprar un libro entretenido para que lean un poco cada día.

Pero por otro lado, hay momentos que necesito que mis hijos refuercen algunos conceptos para que cuando vuelvan a las escuela los tengan más afianzados y que eso haga que se sientan más seguros a la vuelta al colegio. Entonces aprovecho las vacaciones para que, con más tranquilidad que la que tenemos en el día a día, sacar tiempo y hacer un refuerzo en cosas puntuales. El algo que suelo hablar antes con la profe, así sé de primera mano en qué materia flojean mis hijos.

En resumen. Tareas en vacaciones, para niños que progresan bien en el cole, no. Mucho mejor apostar por la lectura, juegos, visitas culturales y mucho tiempo en familia.


Marta Perrino Martín, maestra de Educación Infantil y Primaria con la especialidad de Inglés, y editoria del blog Los arquitectos del futuro.

¿Deberes en las vacaciones de Navidad? ¡Claro que sí!... PERO de este tipo…

¿Qué hay de emocionante, interesante, divertido… en hacer un montón de tareas repetitivas sentado en una habitación? Estaréis de acuerdo conmigo en que no hay NADA.
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Quizá es el miedo que tienen siempre los padres al ver que no tienen deberes y que puedan romper el ritmo de aprendizaje o pierdan los conocimientos que hasta ese momento han adquirido. 
Por otro lado, creen que necesitan hacer deberes porque piensan que deben aprender a esforzarse, además del fomento de la responsabilidad.

Creo que se debe de explicar con más detenimiento a las familias que un aprendizaje significativo no se tiene que aprender de manera repetitiva o realizando actividades similares constantemente, sino que tiene que ser a través de la manipulación y las vivencias despertando en todo momento su curiosidad e interés por lo que se está enseñando.

Los niños deben de estar motivados para el aprendizaje y la mejor manera de aprender es mediante el juego y partir de su propia realidad. Como decía Benjamin Franklin: “Si me lo dices lo olvido; si me lo enseñas, recuerdo, si me involucras, aprendo”. Pues bien, eso mismo es lo que deberían hacer, APRENDER INVOLUCRÁNDOSE EN CADA EXPERIENCIA DIARIA.

Sin emoción no hay aprendizaje, con lo cual si se sientan en su escritorio delante de una hoja o libro lleno de ejercicios sin sentido, aburridos y repetitivos es imposible que exista ese estímulo emocional que tanto necesitan para no sólo aprender sino para despertar la curiosidad por lo que pueden aprender.

Os muestro una serie de tareas donde el esfuerzo, la responsabilidad, la emoción y el juego van unidos de la mano, además de estar desarrollando todas y cada una de las Inteligencias Múltiples que según Howard Gardner tenemos todos los seres humanos.

  • Canta villancicos acompañados de los típicos instrumentos
  • Juega en familia a los tradicionales juegos de mesa: oca, parchís…y descubre los nuevos.¡Hay muchos que enganchan!
  • Si tienes la suerte que en tu pueblo/ciudad nieva…¡no lo dudes y sal a jugar con ella y hacer un muñeco de nieve!
  • Haz galletas con formas divertidas y decóralas
  • Visita mercadillos navideños y el belén 
  • Lee cuentos, inventa historias 
  • Crea una manualidad navideña o dibujo
  • Corre la tradicional carrera San Silvestre
  • Coopera en una campaña solidaria
  • No se te olvide respetar a los demás, ayudar, regalar (compañía, amor, abrazos…), querer, sentir, en definitiva VIVIR.
Jugando se aprende más de lo que nosotros pensamos.

Aprovechad estas vacaciones a hacer lo que nunca tenéis tiempo de realizar a diario con vuestros hijos, ellos os lo agradecerán.


Carmen Carrellán, educadora infantil y editora de Diario de mi maestra

Todos percibimos las vacaciones como un tiempo de relax y descanso, lejos de las obligaciones del día a día…¿ Por qué para los niños debe ser diferente? ¿ Por qué aun tenemos la percepción de que deben tener tareas escolares y deberes?

Según los estudios, para poder rendir bien en nuestros trabajos debemos cuidar nuestro tiempo de ocio y descanso, y desconectar de vez en cuando. Para los niño/as no debe ser diferente. Muchos niños tienen largas jornadas casi sin tiempo para parar y jugar, para estar relajados. Madrugones, deberes, actividades extraescolares… Las vacaciones son indispensables para los niños para desconectar y para dejarles hacer todo aquello que no pueden hacer normalmente.

El tiempo de juego y el refuerzo de las relaciones familiares es un aprendizaje también, y es fundamental para el desarrollo óptimo de los niños.

La Navidad es un tiempo propicio para pasarlo en familia, para afianzar los lazos afectivos de los niños con sus padres. Es un tiempo ideal para aprovechar para jugar con ellos, montar el belén, decorar el árbol, conversar de las cosas que desean, pasar tiempo con los abuelos…El mejor regalo para los niños, siempre será que pasemos tiempo con ellos.

Las actividades lúdicas también son fuente de aprendizaje, y en algunos casos (si no en todos) sirven para reforzar los aprendizajes escolares: ir a exposiciones, algún teatro, jugar a juegos de mesa, cantar villancicos, contar cuentos, ver alguna película juntos,  preparar alguna receta de cocina, hacer alguna manualidad…y en cualquier caso se convertirán en recuerdos cargados de emoción que perduraran de por vida.

¿Pero este parón puede afectar a los hábitos de estudio o a la perdida de los aprendizajes adquiridos?
Por supuesto que no. Si son aprendizajes que se han asimilados de verdad, no se perderán y los que necesiten ser reforzados puede hacerse mediante otras actividades lúdicas, como antes hemos explicado ( un juego de mesa por ejemplo). También es importante incluir un espacio para la lectura (nunca obligada) y si es compartida mejor.

Hay que perder el miedo y cambiar la mentalidad. Ustedes, sus padres, también podéis enseñarles muchas cosas importantes como el valor de la familia, los valores humanos, las tradiciones de nuestra ciudad o pueblo…

La de cosas que pueden aprenderse en casa y con la familia: con los cuentos, con las visitas a la biblioteca, con documentales y series televisivas compartidas, con los videojuegos y las redes sociales, con las preguntas y consultas en torno a un proyecto de trabajo, en la cocina, en el paseo por el campo y la ciudad. Aunque ello requiere, obviamente, tiempo y disponibilidad para ejercer de madres y padres.

P.D: Recordar siempre: “el aprendizaje no está solo en la escuela o en los libros, el aprendizaje está en todas partes”.



Mel Elices, fundadora de Nunca jamás y yo, nos propone:

¿Y QUÉ TAL UNAS VACACIONES PARA DESCANSAR?

Recuerdo las vacaciones durante mi etapa educativa demasiado bien.
Cuando iba a Educación Primaria y llegaban las Navidades, los maestros nos mandaban un montón de deberes por hacer, temas enteros que estudiar y por si fuera poco, un libro (que ya había sido recomendado a principio de curso) obligatorio que leer con su impecable resumen.

Al principio y con esa edad, nos pensábamos que era normal y que era lo que teníamos que hacer para conseguir llegar a un cinco en el boletín de notas finales. Creíamos que “cuando fuésemos mayores” eso cambiaría, que no habría más deberes en vacaciones y que podríamos descansar.

Obviamente, no podía estar más equivocada (bendita ilusión de una niña que estudia Educación Primaria). Cuando llegué a Educación Secundaria la cosa fue a peor: más exámenes, más deberes, más estrés y más agobios. De nuevo, unas vacaciones llenas de tareas, de presiones, de páginas de apuntes, de trabajos que entregar a la vuelta… en fin, supongo que ya me seguís.

Y desgraciadamente, esta situación tampoco cambió en Bachillerato sino que empeoró todavía más (si cabía).

Tenía la esperanza de que al sistema educativo le hicieran un lavado de cara y que los futuros estudiantes no tuvieran que vivir lo que los alumnos de nuestra generación vivimos.

Cuando empecé con la carrera, de verdad esperaba que los centros educativos fuesen más activos, prácticos, participativos y que dejaran los deberes a un lado para fomentar más el concepto educar para la vida.

Pero a día de hoy, niños y niñas que asisten a primero de Educación Primaria están hasta arriba de exámenes, de deberes, de trabajos y de tareas por hacer. El otro día, hablaba con un vecino que va a segundo y me lo dijo claro: “vaya vacaciones de Navidad voy a tener. Los profes están mandando un montón de trabajos”. ¿De verdad no han hecho suficientes trabajos desde septiembre?

Los estudiantes (de cualquier etapa educativa) tienen que descansar, desconectar y hacer las cosas con las que disfrutan en vacaciones. Tienen que dejar a un lado el estrés y el agobio de las clases durante dos semanas para volver con más energía y ganas de seguir aprendiendo. ¿Cómo se supone que van a hacer eso si tienen una lista de tareas más larga que cuando no estaban de vacaciones?

“Solo seguimos el programa” dirán muchos directores, jefes de estudios, maestros y profesores. Y no lo dudo. Pero es que el programa lleva siendo un desastre desde hace más de veinte años y hay que cambiarlo.

Hay que cambiarlo como muchos docentes y centros ya lo han hecho y los resultados han sido un éxito. Porque aunque cueste y no sea fácil,  otra educación sí es posible.



Ruth Cerdán, psicóloga especialista en dificultades de aprendizaje, en dislexia y en neuroeducación.

Está más que demostrado que aprendemos todo aquello que nos emociona. La verdad es que no he visto a muchos niños a los que los deberes les emocionen, no he escuchado mucho este tipo de frases en consulta: “Oh Ruth, hoy tengo deberes para hacer en casa, ¡¡¡¡estoy deseando llegar y hacerlos!!!!”

A parte de lo puramente académico, hay otras habilidades cognitivas que sería interesante poder reforzar también, el cerebro es un órgano plástico y cuanto más lo trabajemos, mejor rendimiento podremos sacar de él. Por lo tanto os recomiendo que durante estas navidades trabajéis de la manera más lúdica posible. Quizás os preguntéis ¿pero es posible que repasen sin aburrirse?  

Pues tengo una buena noticia, si lo es: con los juegos de mesa. Los juegos de mesa son una herramienta con la que podemos aprender conceptos nuevos, reforzamos conocimientos, entrenamos a nuestro cerebro, nos divertimos y además pasamos un agradable rato en familia, ¿qué os parece?

Actualmente hay tal cantidad de juegos de mesa, que aunque alguno no nos guste siempre podremos encontrar otro que nos enganche a este maravilloso mundo lúdico. Existen juegos para todas las edades (podemos empezar desde los 18 meses a jugar) y con ellos estaremos reforzando tanto los contenidos curriculares como otras habilidades cognitivas.
Sí que es cierto que hay que repasar y reforzar los contenidos académicos de alguna manera, pero con la repetición mecánica y sin sentido no se van a fijar mejor los aprendizajes, es más, esto provoca rechazo a la hora de hacerlos y desmotivación en los alumnos.
Os propongo algunos juegos:
  • Time´s up: para trabajar lenguaje oral, la atención y memoria. 
  • Código secreto 13+4: atención, razonamiento lógico-matemático, planificación y toma de decisiones. 
  • Dobble: atención, la discriminación visual y velocidad de procesamiento. 
  • Fantasma blitz: atención, velocidad de procesamiento y control inhibitorio. 
  • Rhino Hero: coordinación ojo-mano, psicomotricidad fina, visopercepción, planificación, toma de decisiones. 
  • El castillo del terror: atención, planificación, toma de decisiones, cálculo mental. 
Para saber qué juego es el que necesitáis tanto por edad o por temática, no dudéis en preguntar a un profesional de los juegos de mesa, ¡existimos en la red!
¡Qué paséis unas lúdicas navidades!
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